martes, 18 de septiembre de 2012

Ay, amor mío...


   Definitivamente, y aunque de amores mucho no conozca, hay cosas de las que estoy segura por una labor de documentación previa. La novela rosa es un buen comienzo, aunque por todos es sabido que, desgraciadamente, la vida real dista mucho de las historias que en ella se cuentan. A esta le siguen las oídas; las bellas historias de enamorados que se escuchan por aquí, o los tormentos que se oyen por allá tienen una finalidad didáctica que pocos valoran. 


   Aún así, las experiencias personales son clave para entenderlo. El verdadero amor debe probarse, sentirse , saborearse.
   Porque, por mucho que digan, el infinito amor se puede encontrar en un beso.... digo, en un vaso. Cola Cao, Nesquick, Cao Día, Cacao Hacendado, ¿qué más da? Como dice el dicho, para gustos, batidos.
   Es ese el veradero amor. El amor hacia el cola cao. ¿Puede existir algo más perfecto que un buen tazón lleno de este mejunje de dioses? Es uno de los pilares de mi vida. Sé que nunca me abandonará, porque la ley de oferta y demanda así lo asegura, que él nunca cambiará, porque su sabor es único e irrepetible y el colacao no ha fallado jamás a nadie.
   Además, ¿quién puede conseguir esos instantáneos grumos en la leche que tan rico saben? Él. Solo Él. Mi Nesquick. Si no pertenecieras ya a Nestle... ay, amor mío, otro canto gallaría.
   Me ha acompañado siempre. No le importó estar a mi lado en los largos días de verano ni en las tardes lluviosas de mi odiado invierno, ya fueran las doce del mediodía de vacaciones o las ocho de la tarde, merendando en medio de una montaña de apuntes. Nada. Nesquick siempre ha estado ahí para mí. Te debo tanto...

Anita.

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