viernes, 9 de agosto de 2013

Conclusión: Si miro al aire acondicionado descubro que he venido para ser feliz.

Estaban discutiendo sobre si ponerlo o no. Unos decían que había que ahorrar y que eso gasta mucha luz. Reforzaba su argumento alejando que no iba a ser una víctima más de las compañías eléctricas estafadoras.

En la parte contraria se oponía una respuesta mucho más simple; "Voy a poner el aire porque tengo calor. Para eso he comprado el aparato. Si quieres lo dejo ahí, para quitarle el polvo y las telarañas. Luego, cuando me muera, que se quede nuevo mientras yo estoy en el cementerio. ¡Pues no!"
Entonces se escuchó el pi-pi. Había pulsado el botón y la discusión había concluído. 

Pasamos la vida trabajando para descansar un mes o dos -si es que tienes vacaciones-, ahorrando, desconfiando, fingiendo ser más listos que los demás. ¿Para qué? He venido a vivir. Y voy a vivir una vez, así que voy a tratar de que mi estancia aquí sea lo más agradable posible. Voy a salir y a sonreír lo más que pueda. Y si tengo calor voy a poner el aire acondicionado.

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