viernes, 3 de mayo de 2013

¿Lo recuerdas?

Y yo que siempre creo que te olvidas de nuestras cosas.
Y tú que siempre me demuestras que te acuerdas de todo.


Esa es nuestra foto. No la primera en la que aparecemos juntos. Pero sí la primera en la que estamos solos. Así. Yo te acaricio la mejilla con un beso a lo mejor no tan preparado para la foto y tú... Bueno, supongo que tú sonríes, como siempre. Pero no estoy segura. 

Contigo nunca estoy segura. 

Juro que trato de preparar cada conversación, cada reacción y cada mirada. 
Juro que trato de desviar mi mirada hacia cualquier punto menos al lugar donde estés.
Juro que trato de ignorarte y de no sonreír cuando me sonríes. 
Juro que trato de despertarme un día y que no seas tú lo primero que piense. 
Juro que trato de convencerme a mí misma de que esto no puede continuar. 

Y trato, y trato... Y termino desistiendo. Estoy luchando por ti contra mí. Esto es patético.

¿Sabes? Ayer lo soñé todo. Desde el primer momento en que te vi en alta definición: el teatro. Aparecieron delante de mí todas y cada una de las vivencias, de las mariposas, los acercamientos, las preguntas estúpidas... Esa vez en que me tiraste de la trenza, cuando me tomaste de la mano y la pusiste en tu corazón; me creí muerta. O el día de San Valentín, cuando te acercaste, te quedaste callado y no se te ocurrió ningún tema de conversación, y empezaste a hablar de la carpeta. Se me vino a la memoria el primer semiabrazo; las escaleras. Gritaste. Me asusté. Me abrazaste por detrás y me preguntaste si de verdad creía que podías hacerme algo malo. Y tanto... estoy perdida por tu culpa. Pero, sin duda, el que más me gustó fue quizás el último. Hace justo una semana. No me dejaste terminar la conversación con otra persona y empezamos una nueva. Tú y yo y algo más de treinta y cinco minutos, hablando sin parar. No veía ni escuchaba nada más. Me contabas de tus expectativas, de tus anhelos, de tus caídas. Pero sobre todo, me contabas de ti y del chico al que yo iba a conocer.
Tus palabras no fueron "Si me conoces"; pronunciaste claramente "Cuando me conozcas".
Ilusa. La de letras eres tú. Él no se fija en el matiz que conllevan esas construcciones gramaticales. 

Siempre tienes una sonrisa para mí.  Y también para el resto del mundo. No sabes cuánto me molesta no ser una noble privilegiada...

No hay comentarios:

Publicar un comentario