Me estoy acostumbrando a ti. A tu olor, a nuestros hombros rozando, al choque de nuestras rodillas en el coche, a ir de talegueros a la playa.
Ais. Como si fuera normal. No puedo hacerme a la rutina de estar a tu lado, ni a tus tiritos, ni a tus llamadas de atención.
¿Recuerdas el día del chiringuito?
Qué paz, qué tranquilidad, qué sensación de armonía entre la gente que se quiere. Y ya ves... ahí la única que quería era yo, pero en fin.
Ayer, en el coche, los novios delante. Cristi, tú y yo, detrás -Je, así me gusta, el "tú y yo" encerraditos, entre comas-. Así, sin más. Como si no fuera una ocasión especial y una casualidad. Como si no fuese, quizá, la última vez.
¿Qué te digo?
Yo quiero un todos los días contigo. Veranear así, entre amigos, con momentos a solas, con detallitos, con miradas, con sonrisas, con arena... Con amor, coño.
Y veranear, otoñear, inviernar y primaverear, contigo.
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